Hablemos de The Game Changers (II parte)
Por la Dra. Begoña Ruiz Núñez
En la primera parte hablamos de los posibles conflictos de intereses en la película y empezamos a hablar de la ciencia (o no) detrás de la misma. A partir de ahora, iremos por orden de aparición hablando de los diferentes puntos que se tratan en el documental. ¡EMPECEMOS!
Los gladiadores
El documental tiene un comienzo prometedor cuando James comienza a hablar de los gladiadores romanos. Para alguien que se ha dedicado a la lucha y al combate, es comprensible, ya que son los luchadores profesionales originales, el cazador-recolector de la lucha. Y empieza a liarla… James cita un estudio cuya conclusión es que los gladiadores no comieron carne. Solo que en realidad no es un estudio, es un artículo. Y en ese artículo, Andrew Curry destaca que los gladiadores comieron ´una dieta vegetariana rica en carbohidratos con el suplemento de calcio ocasional´. Primer dato sesgado: vegetariano, no vegano.
Seguimos… en el artículo no se menciona que los gladiadores no comieron carne. Este factor no tenía que ver con el rendimiento físico ni con ´que los antiguos ya eran muy listos´, como se menciona en el documental. Los gladiadores se alimentaron de una alta proporción de carbohidratos (procedentes de las plantas, porque tampoco sabría yo de qué otro sitio sacarlos) básicamente porque necesitaban estar … gordos. Los gladiadores gordos eran más difíciles de matar, ya que el cojín de grasa les protegía de las heridas, tanto de las cortantes, como de los golpes (visualicemos escudos, porras, martillos…), y protegía sus nervios y órganos. Y además, las heridas superficiales sangraban y eran más espectaculares (todo negocio). Y en el artículo se habla de que sacaban estos carbohidratos de frutas desecadas, legumbres, y sobre todo de cereales, como la cebada (a los gladiadores también se les llamaba hordearii, es decir, hombres de cebada (y cebada comparte raíz con cebar… en fin).
Para reforzar aún más su argumento, nuestro James fusila una sección muy importante del artículo, en el que se habla de que ´si los gladiadores se hubieran alimentado únicamente de vegetales, habrían tenido un déficit de calcio muy importante, y por ello, se alimentaban de horribles bebidas, hechas con madera y vegetales quemados y ceniza de huesos, para obtener el calcio´ (vamos, que fueron los inventores de las bebidas isotónicas, ricas en este caso en calcio y magnesio)
Y tras obviar el pequeño detalle de que no eran veganos, y de que, además, hay otros artículos en lo que se habla que los gladiadores eran invitados a festines de la gente influyente de la antigua Roma, de repente, el ex-luchador UFC pasa a hablar del fenómeno del «estroncio», un mineral que se encuentra en alta concentración en las plantas (y en moluscos y otros mariscos, ¡¡otro pequeño-gran detalle a omitir…!!) , y nos muestra una prueba ´flagrante´. En ella, se introduce una muestra de hueso en una llama especial, y si el nivel de estroncio es bajo (que es el caso de carnívoros PUROS), la llama permanecerá azul. Si el nivel de estroncio es alto (devoradores de plantas), la llama se volverá roja. Y…¡tacháaan! ¡La llama se pone roja! Lo que confirma, según James, que los gladiadores eran vegetarianos (o se hinchaban a marisco)… (Si a es igual a b y b es igual a c, entonces te toca una casa en la playa, vamos, como el Nobel y el chocolate)
Post-análisis: Que no lo fueron. El término «carnívoro» significa ´uno que solo come carne´, es decir, que no come estroncio. El «omnívoro», es uno que come carne (terrestre o acuática, que incluiría moluscos) y plantas, con lo cual, tendrá estroncio también. Vamos, que estos son los rangos relativos de estroncio presentes en cada tipo de dieta:
Herbívoro (400-500ppm)
Omnívoro (150-400ppm)
Carnívoro (100-300ppm)
Como puedes ver, hay una buena cantidad de superposición entre los tres tipos de dietas. El hecho de que los gladiadores romanos comieron muchas plantas es cierto. El argumento de que sólo comían plantas, NO.
Y llegamos a… los atletas veganos
Podría decirse que la parte más convincente del documental es la inclusión de atletas de élite que han cambiado a una dieta vegana.
Comienzan destacando la pelea de Conor McGregor vs Nate Díaz de 2016 en la que Nate (devorador de plantas) derrota a Conor (devorador de carne). Desde mi punto de vista, y esto daría para otros 25 posts, parece que (porque no proporcionan datos reales sobre la proporción de macronutrientes) Conor come demasiada carne y probablemente no suficientes carbohidratos para un deporte tan explosivo como la lucha UFC (no entraremos a hablar de cuerpos cetónicos, que volvería a dar para más posts). Se jacta de esto, diciendo que habitualmente come carne para el desayuno, carne para el almuerzo y carne para la cena. Nate hace una dieta basada en plantas, que, por ende, es una dieta MUY alta en carbohidratos. Vamos, que en resumen, para los James (Cameron y Wilks) Nate gana a Conor gracias al poder de las plantas y a que la carne intoxica los cuerpos.
Destacan, además, que a Nate solo se le notificó con 11 días de antelación después de que el campeón de peso ligero de UFC, Rafael dos Anjos, se rompió el pie. Esto coloca a Nate como el desvalido, ¡pobrecico…! Lo que no mencionaron fue el pequeño-gran detalle de que Conor tuvo que subir 2 escalafones en su peso para luchar contra Nate, y pesaba, encima, entre 6.5 y 10 Kg menos que Nate en el ring. Vamos, que igual Conor necesitaba comer más carbohidratos, pero también fue golpeado por alguien que era, más grande, y encima, él estaba ´pasadito´de peso (¿menos agilidad? Y si tuvo que engordar 6.5 Kg, ¿no habrá por ahí un hígado graso empezando a fallar?).
Ah, también se les olvida el detallito de que poco después, Conor se tomó la revancha en un combate más que sangriento… Si es que la carne llama a la carne…
¡Y hasta aquí la segunda parte, que me vengo arriba! Le puedes echar un vistazo a la primera parte, y ya está en marcha la tercera, que va siguiendo los puntos del docu. Toca hablar de otros atletas, calidad de proteína, testosterona, estrés, corazón, inflamación… y algún punto más!
Hasta entonces…
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