Esclerosis múltiple: microbioma y autoinmunidad, ¿se abre una puerta?
Te dejamos un artículo de nuestra ex compañera Leticia Pérez Vicario sobre la esclerosis múltiple (EM). ¡No te lo pierdas y aprende con nosotros!
Incidencia y desarrollo de esclerosis múltiple
Cada día nos resulta más familiar oír noticias relacionadas con la incidencia y el desarrollo de esclerosis múltiple (EM), así como las diferentes líneas de investigación que se llevan a cabo en torno a ella.
En septiembre de 2017 se publicaron unos reveladores estudios en los que han colaborado los departamentos de Neurología y Neurociencia, Biología e Innovación en Microbioma de distintas universidades de California y Nueva York (1, 2). En uno de ellos (1) se hace referencia a la posible exacerbación de síntomas en EM por la presencia de una flora específica de estos pacientes, y su consecuente acción sobre el sistema inmune adaptativo.
La otra línea de investigación relacionada (2), la inoculación de linfocitos T reguladores, propuesta por la Universidad de Florida en Gainesville, está destinada a lograr efectividad en el tratamiento y prevención de EM, basándose en la capacidad del hígado para inducir tolerancia inmune, lo que añade una alternativa y enfoque paralelo a la investigación sobre microbiota.
Estos trabajos de investigación (1,2) han revelado resultados especialmente significativos que podrían proporcionar una base en el desarrollo de tratamientos para enfermedades autoinmunes, por los efectos inmunoreguladores de la microbiota intestinal humana en EM. Se han identificado bacterias específicas asociadas con EM y a la vez demostrado que esas bacterias regulan las respuestas del sistema inmune adaptativo mediado por linfocitos T, contribuyendo tanto in vitro como in vivo a un medio proinflamatorio, que favorece la enfermedad.
Conclusiones de los estudios
Para concretar los aspectos más significativos de estos estudios y resumir los resultados, nuestro punto de partida es el papel que juega la microbiota intestinal en la regulación de las funciones de las células T de nuestro organismo.
Las conclusiones más importantes de los estudios fueron:
- La presencia de bacterias específicas, como Akkermansia muciniphila y Acinetobacter calcoaceticus, ambas incrementadas en pacientes con EM (1).
- Una respuesta pro-inflamatoria inducida en sangre periférica humana (células mononucleares) y en ratones monocolonizados (ratones libres de gérmenes que son trasplantados bacterias de pacientes con EM), es decir, que vieron incrementada su encefalomielitis autoinmune, con reducida proporción de IL-10 y células T reguladoras (1).
- A su vez, observación de colonias de Parabacteroides distasonis disminuidas en pacientes con EM, y la asociación de un estímulo menor en la respuesta antiinflamatoria de IL-10 y células T, tanto en humanos como en ratones (1).
- En definitiva, se identifican las bacterias intestinales humanas que regulan la respuesta del sistema inmune adaptativo (1), lo que abre nuevas líneas de investigación para el tratamiento de la EM, teniendo como base la regulación de la microbiota.
- Capacidad del hígado para inducir tolerancia inmune (2), que complementaría el tratamiento microbiano.
Revisiones
Además, a finales de noviembre de 2017, llegaron más novedades sobre microbiota asociadas a otros procesos (no EM). En este caso, en una investigación del Instituto del Cáncer Dana Farber de Boston e Instituto de Oncología de Vall d´Hebron (3) han descubierto que la presencia de Fusobacterium nucleatus se asocia a cáncer colorrectal, siendo esta bacteria un importante factor de riesgo de metástasis.
Hay que destacar que las fusobacterias se encuentran generalmente en la boca y la faringe pero no en los intestinos. Cuando aparecen en el colon, se asocian a una alteración de la microbiota intestinal. La investigación ha revelado que, cuando un cáncer colorrectal causa metástasis en el hígado, la(s) metástasis tienen fusobacterias, al igual que el tumor original.
Además, cuando se implantan tumores humanos en ratones, un tratamiento con antibiótico específico reduce la cantidad de fusobacterias en el cáncer y a su vez, el tamaño de los tumores y metástasis.
Y para finalizar esta revisión centrada en microbiota y EM, elijo y me hago eco de un estudio (de nuevo en ´ratones humanizados´) publicado a finales de octubre (2017) (4) que puede invitarnos a la reflexión respecto a nuestro estilo de vida. Este estudio relaciona edad, microbiota y EM, y concluye que una alteración de la microbiota o disbiosis intestinal durante la adolescencia y primera etapa del adulto, rompe la tolerancia inmune en el sistema nervioso central, aumentando la vulnerabilidad en estos precisos momentos a tal patología. En el mismo estudio se destaca que la tolerancia inmune aumenta en etapas posteriores de la vida adulta, siendo menos sensibles por tanto al desarrollo de EM.
Microbiota
Asimismo, podéis encontrar en nuestro blog de PNIc otras referencias sobre microbiota entre las que destaca un estudio enfocado al tratamiento de la obesidad (implantes de microbiota intestinal de ratones obesos). Aunque casi siempre se trata de estudios realizados con ratones, hay que destacar que en la microbiota se están encontrando llaves para el futuro de una valiosa tarea de investigación que acaba de nacer y que poco a poco se va haciendo extensiva a humanos. A los múltiples estudios multidireccionales enunciados en este post (y no enunciados) me remito…
Así que, ¡¡os deseo una Healthy flora por muchos años!!
Si quieres más información, puedes darte una vuelta por nuestro blog de PNIc o consultar los diferentes cursos de formación en PNI Clínica que ofrecemos.
#behealthy!
Referencias
1. http://www.pnas.org/content/114/40/10713.abstract
2. http://dx.doi.org/10.1016/j.ymthe.2017.09.001
3. http://science.sciencemag.org/content/early/2017/11/20/science.aal5240