Sin lactosa con lactosa la ciencia detrás de los lácteos

Sin lactosa, con lactosa…La ciencia detrás de los lácteos

Hoy nuestra codirectora, la Dra. Begoña Ruiz, te trae este artículo tan interesante y necesario. Y es que las preguntas sobre los lácteos están a la orden del día, así que no dejes de leerlo y saca tus propias conclusiones, eso sí, basadas en evidencia científica como siempre ?

Introducción sobre los lácteos

Basta ir al supermercado para ver la enorme cantidad de productos lácteos que existen. Y no sólo eso, si no que también tienen gran variedad en su etiquetado, lo cual nos lleva a preguntarnos sobre la salubridad de algunos de sus elementos: ¿con lactosa o sin lactosa? ¿La leche es buena o mala? ¿Me paso a una leche vegetal?

La evidencia científica sugiere que es la proteína de la leche, la caseína, y más concretamente uno de sus sub-componentes, la beta-caseína, y no el azúcar de la leche, la lactosa, la causante gran parte los problemas relacionados con el consumo de leche animal.

La caseína representa aproximadamente el 82% de las proteínas de la leche de vaca. De éstas, la beta-caseína es el segundo más común. Resulta que la A1,  una forma de la beta-caseína de la leche de vaca podría ser la causante de diversos síntomas gastrointestinales , mientras que otra variante, llamada A2, no está asociada con estos efectos adversos.

Los estudios muestran que aquellos ‘intolerantes a la lactosa’ en realidad están reaccionando ante la beta-caseína A1. Sabiendo esto, la siguiente pregunta sería, si tomamos lácteos con la variante A2 ¿podríamos aliviar estos síntomas?. Pues bien, larespuesta corta sería que sí, pero el problema es que la leche de vaca y sus derivados, como yogur y queso (en los que no se elimina la caseína pero sí la lactosa) que se comercializa actualmente, contiene básicamente caseína de tipo A1.

La leche, rica en lactosa y caseína

La leche, rica en lactosa y caseína

Pero antes, vamos a ver los diferentes elementos de los lácteos y la ciencia que hay detrás de ellos para poder llegar a una conclusión.

Lactosa, básica en la leche materna

Los bebés nacen con la capacidad de producir lactasa. ¿Y qué es? Pues ni más ni menos que la enzima que rompe el azúcar de la leche, la lactosa, en sus dos monosacáridos: galactosa y glucosa, para que podamos obtener energía a partir de ellos.

No obstante, a medida que avanzamos en nuestro desarrollo y llegamos a la edad adulta, vamos perdiendo la capacidad de producir dicha enzima. Actualmente, aproximadamente el 65% de la población tiene una capacidad reducida para producir lactasa después de la infancia.

Esta intolerancia a la lactosa parece ser menos común si los productos lácteos han sido una parte importante de la dieta de una población durante generaciones. Por ejemplo, las personas de ascendencia del norte de Europa, para quienes los productos lácteos son tradicionalmente un alimento básico, pueden tener tasas de intolerancia a la lactosa tan bajas como del 5%. Por el contrario, en algunas comunidades de ascendencia asiática oriental, donde históricamente el consumo de productos lácteos no ha sido nada habitual, las tasas pueden llegar al 90%.

Intolerancia a la lactosa en el mundo

Intolerancia a la lactosa en el mundo

Antes de continuar, es necesario hacer un apunte. Y es que los productos fermentados, como el kéfir, el yogur y el queso, pierden prácticamente la lactosa durante el proceso de elaboración.

Por otro lado, sabemos que las personas con intolerancia a la lactosa pueden experimentar dolor abdominal, distensión abdominal, flatulencia, náuseas y diarrea tras consumir productos lácteos. Por tanto, si consumir lácteos causa problemas digestivos, ¿es intolerancia a la lactosa? ¿O podría ser intolerancia a las proteínas? Pues bien, algunos estudios apuntan que, en algunas personas, estos síntomas podrían ser causados, ​​no por la lactosa sino por un subproducto de la digestión de la proteína beta-caseína.

De caseína a casomorfina: de proteína a morfina

Hace miles de años, una mutación de un solo gen en las vacas Holstein cambió la expresión de la proteína beta-caseína. A medida que las Holstein se cruzaron con otras razas, la mutación se extendió. En la actualidad existen 12 variantes del gen de la beta-caseína, de las cuales A1 y el original, A2, son las más comunes. Estas vacas producen más cantidad de leche, por lo que son las preferidas de las ganaderías por su rentabilidad, y coparon el mercado lechero mundial.

Algunas razas de vacas, sobre todo en Europa, como la Guernsey, Jersey y Pardo Suizo siguen produciendo leche con proteína A2. En España, prácticamente toda la leche de vaca es de tipo A1. Otras razas de animales que dan leche, como la oveja, cabra, búfala, y por supuesto, la leche humana, tienen caseínas de tipo A2.

En cuanto a la diferencia entre las proteínas de beta-caseína A1 y A2 es tan solo un aminoácido: A1 tiene el aminoácido histidina en la posición 67 de la cadena, mientras que A2 tiene prolina en esa posición. Dicho aminoácido cambia la forma en que la proteína se digiere: la hidrólisis enzimática de la beta-caseína A1, pero no la A2, produce un péptido llamado beta-casomorfina o BCM-7.

Diversos estudios, incluido uno publicado en la prestigiosa revista Nature realizado con leche de vaca de tipo A1, confirman que la beta-casomorfina (BCM-7) presenta acciones inflamatorias que pueden causar diversos síntomas:  dolor de estómago,  alteración de la señal de saciedad, deposiciones más blandas, distensión abdominal, dolor abdominal, aumento el tiempo de tránsito gastrointestinal, e incluso disminución en la precisión del procesamiento cognitivo y aumento de marcadores inflamatorios. Y todo ello con cifras significativamente más elevadas que la leche que contiene solo beta-caseína A2.

Casomorfina y salud

Además del papel propuesto de la beta-caseína A1 en los problemas digestivos, esta proteína de la leche se ha estudiado como un contribuyente en problemas de salud como enfermedades cardíacas, diabetes, esquizofrenia, autismo y síndrome de muerte súbita del lactante.

Algunos de estos impactos en la salud sugieren que la BCM-7 causa o agrava las respuestas inflamatorias en el cuerpo, que puede ser inmunosupresora y podría afectar los receptores de opioides en los sistemas nervioso, endocrino e inmunológico.

Leche de tipo A2, ¿la solución?

La leche de vaca A2 sigue conteniendo la proteína beta-caseína A2 y la proteína de suero lácteo. Es por eso que también puede causar algunos síntomas en aquellos que son intolerantes a la lactosa. Si bien es cierto que la leche A2 no contiene la proteína A1 (gracias a la cría selectiva), sí contiene el azúcar de la lactosa.

Si consideramos que es la BCM-7 la causante de la mayoría de los síntomas que se atribuyen a la leche: distensión abdominal, malestar de estómago, dolor de estómago, y un sinfín de síntomas digestivos y extra-digestivos, sí que es posible que la ciencia apoye que la leche y derivados con proteína A2 mejore o disminuya estos síntomas.

¿Qué es la leche sin lactosa? ¿Es diferente a la leche A2?

Si hablamos ahora de la leche sin lactosa, debemos saber que se centra únicamente en la eliminación de la lactosa, pero aún conserva todas las proteínas de la caseína y el suero lácteo. Es una leche a la que se ha añadido lactasa, la enzima, pero que sigue constando de los monosacáridos, galactosa y glucosa.

La leche A2 por su parte, se enfoca únicamente en eliminar la proteína beta-caseína A1 mientras retiene la proteína beta-caseína A2, la proteína del suero lácteo y el azúcar lactosa.

Entonces, ¿qué hago con los lácteos?

Si hablamos de beneficios generales para la salud, podemos ver que los lácteos no son ni héroes ni villanos. Añadir algún lácteo a su dieta diaria (un chorrito de leche en el café o un poco de queso de postre) puede resultar interesante, pero quizás no es tan vital como la industria nos ha hecho pensar.

Los estudios no lo avalan tampoco como protector frente a osteoporosis, o como un alimento esencial tras la lactancia materna, así que quizás debemos plantearnos qué nos aportan los lácteos, si nos sientan o no bien digestivamente, y a partir de ahí, tomar una decisión.

Aunque seguramente, después de leer este artículo y ver la ciencia que hay detrás, en el caso de consumir lácteos, sería interesante buscar aquellos fermentados (sin apenas lactosa) con caseína de tipo A2, ¿no? U optar por una buena mantequilla o ghee procedente de vacas de pasto, sin apenas caseína ni lactosa, ya que contiene básicamente las grasas de la leche.

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Referencias

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